Si Miguel Almirón es conocido por algo, es por su sonrisa. Es infecciosa y casi siempre la lleva.
Después de un entrenamiento en el Children’s Healthcare of Atlanta Training Ground, esa sonrisa distintiva fue aún más prominente. Una semana antes, Almirón y la selección paraguaya aseguraron la clasificación cualificación a la Copa Mundial de la FIFA 2026.
La Ablirroja terminó con 28 puntos después de 18 partidos, en una eliminatoria muy extenuante contra las otras nueve selecciones sudamericanas. Paraguay consiguió el sexto cupo en CONMEBOL, la última para la clasificación directa, consiguiendo 23 de esas unidades en los últimos 12 partidos, desde que Gustavo Alfaro asumió el mando de la Albirroja como entrenador.
Alfaro le devolvió la confianza a los jugadores de la selección, incluyendo a Almirón quien encontró de nuevo en el grupo, lo necesario para empujar a su selección al primer Mundial desde 2010.
“Creo que es uno de mis mayores logros en mi carrera”, dijo Almirón. “Es lo que siempre soñé de niño llevarle a un Mundial a mi país. No hay comparación”.
Paraguay oficialmente aseguró la clasificación con un empate 0-0 contra Ecuador el jueves el 4 de septiembre. Había emoción, obvio, y una sensación de euforia incontrolable después del pitido final, pero Almirón dijo que el equipo no celebró completamente, entendiendo que les faltaba todavía un partido más para cerrar la eliminatoria. En ese último encuentro, la Albirroja venció a Perú como visitante e inmediatamente todo Paraguay comenzó a festejar.
Almirón vive y respira con el fútbol paraguayo, y su familia que estaba en Asunción pudo compartir junto a él este increíble momento. Su primer instinto era regresar a casa para verlos. Su mamá, su papá, sus abuelos, la gente que tanto trabajó para darle a Miguel la oportunidad jugar fútbol profesional.
“Gracias a Dios por darme la oportunidad de estar ahora acá con salud, puedo jugar a este deporte, pude vivir este sueño con mi familia, con la gente de Paraguay”, explicó Almirón. “Lo estuve buscando desde hace nueve años”.
Tenía 16 años apenas en 2010 cuando su querido país jugó en el Mundial más reciente. Almirón dijo que recuerda ver el primer partido con sus amigos en casa.
“Creo que eso te llena orgullo, ver a tu país en esa alta competencia”, dijo Almirón. “Uno siempre sueña con eso”.

Muchos años después, ahí está Miguel, el número 10 de la selección paraguaya, ayundando a que el equipo esté en su primer Mundial en más de una década.
Sin embargo, no lo lograron sin desafíos en el camino. La selección paraguaya enfrentó intensas críticas de los aficionados y los medios de comunicación de su país en las últimas eliminatorias, e incluso al inicio de la actual.
“Me pone muy feliz por la gente de Paraguay”, dijo Almirón. “Es un pueblo sufrido. Sabemos lo que le cuesta ir a la cancha. Es más por la gente y por nuestras familias. Esto demuestra que solo hay que tener paciencia.”
El logro es un testimonio a su obsesión con el fútbol, no solo jugar sino también tener éxito. Ayudó a Atlanta United a ser campeon de la MLS en 2018, se fue al Newcastle y jugó un papel crítico incluso en la UEFA Champions League por primera vez en dos décadas, y ahora ha cumplido con llevar a su país al Mundial.
Pensando en que será la competencia en 2026, Almirón recordó a su experiencia con Newcastle en la Champions League. El equipo inglés estaban agrupado con Borussia Dortmund, AC Milan y Paris Saint-Germain en 2023. Almirón metó el primer gol en un victoria 4-1 contra PSG el 4 de octubre, 2023.
Él dijo que espera que el grupo de Paraguay en 2026 sea fuerte para animar la selección. Y no es una respuesta sorprendente si se conoce Miggy. Él no es uno llevar el camino simple, y da todo lo que tiene para su equipo.

Almirón trae ese fuego a cada partido. El capitán le encanta nada más que jugar fútbol y no tiene miedo de un calendario ocupado. Se reintegró los 5-Stripes al principio de la temporada al medio del calendario europeo, saltando en la temporada MLS inmediatamente y jugando cada ventana internacional.
Había sido un maratón de un año para Miggy, pero es verdadero profesional en cuanto a cuidarse.
“Creo que puede afectar inconscientemente el físico”, admitió Almirón. “Yo trabajo para eso. Tengo mi propio fisioterapo en casa. Siempre estoy trabajando para mejorar, para sentirme bien. No solamente para ayudar a mi selección sino también para darlo mejor acá en Atlanta”.
Almirón pone cada onza de su pasión en la cancha, ni importa de que lleva los 5-Stripes negras y rojas o la Albirroja de Paraguay. Lo pone simplemente:
“A mí me pongo feliz estar dentro del campo del juego”.
Hay un chance que pueda unir a sus dos equipos, en una manera. Si dice el sorteo, Paraguay podría jugar un partido en Mercedes-Benz Stadium, la casa de su club, durante del Mundial.
“Creo que sería algo muy hermoso para mí. Todos ustedes saben lo que significa Atlanta para mi y para mi familia, y también lo que significa para mí Paraguay así que nada ojalá Dios pueda dar eso.”